CASTING MIC

Cuentos a partir de frases cinematográficas de no más de 420 caracteres.

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«El también podría ser una víctima.
– Eso parece una frase de novela de misterio».

Paprika


Cuento fr.: Sólo se escuchaba un paso que sonaba cada 2 segundos. Venía del pasillo y se acercaba como si no quisiera hacer ruido. Seguramente sabía dónde estaba. El ruido era de una persona de 130 kg o de una de 90 kg con una motosierra. De un sólo pie seguramente. No podía probarlo. Luego de 6 pasos sonó el último. Pero esta vez como si pesara 300 kg. «Me van a matar», pensé. Pero sólo era una frase de misterio.

(Por Paola González).


«Todos son infelices en el sexo. Porque el sexo es lo que está prohibido, no lo que puedes hacer. Pero lo principal es que nadie tiene que sufrir».

Vernost


Cuento fr.: Esa noche que follamos se enamoró. Siempre se enamoran cuando follan. Pero nosotros también. Todo depende. Hay algo de la otra persona que se queda en ti. Como si uno nunca terminara. Aunque a quien no le gusta terminar. Todo depende. A mi me gusta terminar. Recuerdo que no me enamoré, pero supe que era la pareja perfecta para follar. Follar bien y terminar bien. Hasta que llegue el momento de decir adiós.

(Por Alejandro Giménez)


«Esta tierra lo tiene todo. La grandeza de los llanos, la majestuosidad de la montaña, la opulencia de los ríos.»

Rojo


Cuento fr.: Tal vez sea por que no comprendo. La noche de ayer no había plan B ni C. La idea era visitar la montaña y desde allí ver el eclipse. ¿Cómo algo tan bello puede darse cuando se bloquea la luz de un cuerpo? En ese momento oí su voz. – No se bloquea la luz, sólo se unen dos cuerpos. Quise unir mi voz con su voz. Eclipsarme con su respuesta. Su boca. Tal vez no comprenda nada pero supe que lo tenía todo.

(Por Emmanuel Vidal).


«Sólo en las misteriosas ecuaciones del amor puede encontrarse alguna lógica»

Pienso en el Final


Cuento fr.: Cuán peligroso me resulta el tiempo y sus a veces fulminante y a veces compasivas elucubraciones sobre la intuición, ese eco que se aferra con garras en mi cabeza y que nunca he logrado comprender porque confundo su voz con la del miedo, ambos buscando el mismo remedio: el amor. Es quizás la intuición un estado de supervivencia, un acto ineludible que queremos posponer como la alarma que avisa el final.

(Por Angela Lozada)


«El trabajo de los medios masivos es persuadirnos para aceptar esas maldades y acostumbrarnos a vivir con ellas. Los poderes que quieren que seamos observadores pasivos.»

Walking Life


Cuento fr.: Las cosas pueden cambiar. Como cambia todo. Eso pensé cuando sentí que ya no era el mismo y cuando terminó la relación sin tener en cuenta la fecha de vencimiento. Pensé que duraría toda la vida. Con él aprendí que además de activo, era pasivo. Veía las noticias como si la pobreza y la violencia fueran un espectáculo más. Apático, sosteniendo la misma mierda. Ahora sé que todo puede cambiar.

(Por Ricardo Páramos)


«Pero hay otro mundo en el que no deseo vivir. Un mundo donde nuestro amor es exigido por tiranos, opresores y asesinos».

Tren Nocturno a Lisboa


Cuento fr.: Siempre me gustó la idea de imaginar varios mundos dentro de uno. Me niego a creer que el mundo que creamos, no en el que vivimos, es el único posible. El mundo de la paz desnuda. El mundo de los malvaviscos inagotables. El mundo de los besos lentos. Pero nuestras creencias no nos permiten creer en otros mundos. Si ellos inventaron la religión, la guerra y así, con tantos inventos, inventaron la mentira.

(Por Oscar Martínez).


«Mira cómo está el mundo por no haber gente como vos».

Cuestión de Principios


Cuento fr.: Alguna vez leí que el 2020 lo habíamos recibido con una población total de más de 7.500 millones de personas. En mi Facebook apenas tengo 500 amigos, Twitter no tengo e Instagram no me interesa. Todas esas personas en 510,1 millones de km2. Tantos millones y tanta gente tan pobre. Nunca entenderé cómo más de 15.000 millones de manos no pueden hacer que se viva en paz. Y así, todo es diferente con la tuyas.

(Por Pablo Ortiz)


«He llegado casi al límite de donde este cuerpo puede llevarme»

Burn After Reading


Cuento fr.: Estaba en la ducha, agua hirviendo me pega en la cabeza. Pensaba en el próximo paso, en la próxima salida al super. `He llegado casi al límite de donde este cuerpo puede llevarme´, como dice Linda me haré todas las cirugías posibles y así con dos millones de seguidores en Instagram, venderle información a los rusos y ser feliz con base al dinero que me permite mostrar un estilo de vida innecesario.»

(Por Clato).


«El amor se acaba al amanecer, así me siento ahora.»

Chunking Express


Cuento fr.: La noche anterior no bebí lo suficiente. Suelo hacerlo, sobre todo cuando siento que el mañana nunca llegará. Cada noche es un abismo, una línea delgada, una cuerda floja. Pero anoche no lo fue. Recién se acabó el vino todo murió y supe que todo muere ahí, con el último sorbo. La última letra, el último trago. La peor resaca es cuando no se bebe y el mundo sufre. Todo murió anoche y ya no te recuerdo más.

(Por Fabio Hernández)


«Crearnos incapaces de hacer el mal sería un acto digno de un Dios»

Lunacy


Cuento fr.: Llevaba poco tiempo leyendo las páginas que nadie leía. Daba pereza leer palabras extrañas y lograr poner el separador en la página 468. Hasta la 500, casi 35 páginas, todo era asombro, había dicho Beltrán. Cuando llegué allí recordé la palabra subrayada de las primeras páginas: «Error». Es el error lo que mejor hace el hombre. – ¿Será porque Dios es el más grande error? Más o menos así empezaba la página 468.

(Por Anónimo)


«¿Por qué no establecemos escuelas en los campos?. Contestaba un Caifás, un gran patrón: ¡No!, no queremos que los campesinos se eduquen porque se nos acaban los esclavos.»

Campesinos


Cuento fr.: Eran estrépitos insoportables cada amanecer. Al unísono se escuchaban a los gallos. Luego volvía la bulla de las tripas. Un alboroto de ideas llegaba a la cabeza y al rato el susurro del sol asomaba a la ventana. Apenas se escuchaba el quebranto del cuerpo campesino. Todo era ruido. Pero qué ruido hace la ignorancia. Una poderosa gritería que amanecía junto a cada labrador. Esa mañana, ¡Nunca más! –Asintió Octavio.

(Por José Santoro)

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